El primer edificio de viviendas levantado en España con estructura de hormigón armado «Hennebique» se proyectó y construyó entre 1905 y 1907 en San Sebastián. Ciento veinte años después, aunque casi ignorado por el ayuntamiento y desapercibido para la ciudadanía, aún sigue en pie.

Hace ya 30 años realicé, conjuntamente con el profesor de la ETS de Arquitectura de Barcelona Jaume Rosell i Colomina, una investigación sobre el primer edificio construido en España con estructura de hormigón armado: la fábrica de harinas La Ceres, de Ugalde y Cía, levantada en Bilbao entre 1899 y 1900 también con la patente Hennebique.

Consultamos entonces numerosos archivos públicos y privados en Barcelona, Bilbao y Madrid para recoger en la medida de lo posible referencias a fuentes primarias. El profesor Rosell se trasladó también a París para consultar el legado documental de la empresa de François Hennebique. En París se conservan documentos y proyectos así como un buen fondo fotográfico de sus obras. Por suerte para la investigación, aunque no el proyecto, el archivo posee un conjunto secuencial de fotografías del proceso de construcción de la Ceres. El fruto de la investigación quedó recogido en un libro  publicado por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Bizkaia: Los orígenes del hormigón armado y su introducción en Bizkaia. La fábrica Ceres de Bilbao.

En París recogimos también algunas fotos de otras obras cercanas, como la fábrica de harinas de la familia Ugalde en Rentería (Gipuzkoa) o el puente para el tranvía de Arratia en La Peña (Bilbao, Bizkaia), que publicamos entonces. También dos fotos de una «Casa habitación en San Sebastián» sin más datos sobre su ubicación concreta, aunque con el sello del  empresario y concesionario de Hennebique, Miguel Salaverría en la parte superior del paspartú. Estas últimas fotos que quedaron entonces sin identificar y olvidadas en un cajón me permitieron hace unos años, tras un rastreo de la característica fachada en las laderas de Donostia-San Sebastián, identificarla con la de la nueva sede social que Salaverría construyó en la falda de Aldapeta.

Preparando esta entrada del blog, me he tropezado con el Dossier de Alerta Patrimonial Internacional sobre el Palacio de Bellas Artes de la capital donostiarra que emitió ICOMOS-ISC20C el 30 de marzo de 2019. Tengo que dejar constancia de que los ciudadanos que desde la asociación Áncora emprendieron hace una década la defensa del valor patrimonial del cinematógrafo, tras consultar las fotos históricas del edificio de viviendas (hoy ya en la Web) supieron identificarlo al establecer la relación existente entre el arquitecto que proyectó ambas arquitecturas con estructura de hormigón armado, Ramón Cortazar y el empresario y concesionario de Hennebique, Miguel Salaverría, que levantó a comienzos del siglo XX su nuevo taller en la calle San Bartolomé.

 

Miguel Salaverría y la introducción del hormigón armado «Hennebique» en Gipuzkoa

Sobre el empresario Miguel Salaverría, concesionario en San Sebastián del Sistema Hennebique, ya he escrito anteriormente en este blog con un motivo similar al presente, la identificación de un pequeño pero patrimonialmente valioso puente en Tolosa (Gipuzkoa). Y también de François Hennebique, tanto en esa misma entrada sobre el puente como en la dedicada al peculiar estribo que utilizaba en el armado de sus obras.

En los últimos años del siglo XIX se había consolidado como contratista de obras en San Sebastián. Así por ejemplo, entre 1889 y 1890 realizaba las obras de desviación de la carretera del Antiguo que incluían la construcción del falso túnel bajo los terrenos del palacio real; por este túnel circularía el tranvía de mulas facilitando así el acceso directo de la realeza desde el palacio a la playa de La Concha.

En la última década del siglo abordaría nuevas iniciativas empresariales. La revista Euskal-Erria con la que colaboraba, en un suelto titulado «Industria nueva», ensalzaba la instalación de Salaverría en la exposición organizada por la Sociedad de Bellas Artes en 1897. En el stand se mostraban los «mosaicos hidráulicos de cemento portland» premiados con medalla de plata que había logrado fabricar «debido á varias visitas giradas á las principales fábricas del extranjero y á operarios expertos en esta clase de trabajos que hizo venir de Marsella hace solo un par de años». Sus mosaicos se distribuían por todo el territorio peninsular. También fabricaba balaustres, pasamanos, pedestales, jarrones, tubos, etc., etc., empleando «el acreditado cemento de calidad muy superior de nuestros amigos los Sres. Uriarte, Zubimendi y Compañía, de Zumaya». La misma revista escribía en 1899 que había «tenido ocasión de visitar la importante fábrica de mosaicos hidráulicos  que el laborioso industrial D. Miguel Salaverría tiene establecida en la calle de San Bartolomé de esta ciudad, cuya fundación data desde el año 1894».

Miguel Salaverría, que utilizaba los cementos producidos por la sociedad cementera instalada en Bedua (Gipuzkoa) Uriarte, Zubimendi y Compañía, construyó para esta empresa entre 1895 y 1997  un nuevo edificio de hormigón armado destinado a la sección de calcinación, con siete hornos. Y es en este momento cuando muy probablemente tiene sus primeros contactos con Hennebique -y su patente de estructuras de hormigón armado- de quién acabará siendo el concesionario de más larga trayectoria, ya que permaneció hasta 1913.

Una de las obras documentadas de esos primeros años es un puente viga de 5,50 metros de luz construido para la cementera Rezola en Añorga (San Sebastián). No se conservan fotografías del puente pero si de una prueba de carga de una estructura de hormigón armado, un forjado, elaborado con el cemento fabricado por esa empresa, prueba probablemente realizada en la propia fábrica Rezola. Es más que probable que entre las personas retratadas se encontrase, además de personas relevantes de Rezola, el propio Salaverría. El empresario guipuzcoano realizó una importante labor de propagación y difusión de la nueva técnica del hormigón armado durante los difíciles primeros años realizando numerosas obras, algunas importantes. Solo por ello ya debe merecer nuestra atención.

 

Miguel Salaverría y el edificio de San Bartolomé, 27 en Aldapeta

Salaverría presentó en el ayuntamiento de San Sebastián en agosto de 1905 una solicitud de autorización para construir «en la falda de Aldapeta, con fachadas a la calle San Bartolomé y particular» un edificio en el que «tanto los pisos como los montantes, carreras, vigas, etc., proyecto construir en hormigón armado así como la terraza, y los entrepaños de piedra artificial y ladrillo de cemento», solicitud que fue aprobada con fecha 12 de agosto.  Justo un año antes, el 17 de agosto de 1904 había solicitado permiso para realizar la excavación de la ladera «en el solar existente entre la casa de Dn. Gaspar Yzaguirre y Villa Alegre, con objeto de adelantar los trabajos para el día que se piense en construir».

En la solicitud se incluían los planos del solar, de 1904, y de alzados, planta y sección del edificio, de agosto de 1905, firmados ambos por el arquitecto Ramón Cortázar. Curiosamente, en los planos presentados a aprobación no aparece reflejada la estructura de hormigón armado; el arquitecto dibuja una propuesta estructural tradicional con muros de carga y entramado interior aparentemente de madera. Ramón Cortázar fue un arquitecto destacado en los campos de la arquitectura y el urbanismo. Se ha escrito con frecuencia que fue un activo defensor del hormigón armado en esos primeros años del siglo, pero cabría preguntarse si su predisposición al empleo de la nueva técnica no se debió sobre todo a la confianza que pudo depositar en Salaverría , con quien colaboró en diversas obras, y Hennebique.

El edificio proyectado tenía cinco alturas a la calle San Bartolomé, baja más tres alturas completas y una cuarta retranqueada. Aunque en el plano de solicitud de licencia aparece una única planta general, la fachada dibujada indica que la planta primera (de sótano en la fachada trasera) con un tratamiento formal diferente y huecos más generosos podría tener un uso terciario, posiblemente las oficinas de la empresa. La planta general acogía cuatro viviendas a las que se accedía por dos escaleras. Dos pequeños patios facilitaban la ventilación. Tanto la planta retranqueada como la cubierta plana tenían balaustradas de protección dibujadas. En la formalización de las fachadas, eclécticas y con escasas concesiones decorativas, predomina la horizontalidad de las hiladas y destacan las forjas de los balcones.

Las dos imágenes conservadas en el fondo Hennebique de París son muy ilustrativas. En la primera de ellas puede verse que ya han finalizado los trabajos de construcción de la estructura de hormigón armado y que se avanza en la construcción de los tabiques, aunque aún no ha comenzado la ejecución de la fachada de piedra artificial. Se puede apreciar que la «carpintería» del singular ventanal central de la primera planta forma parte de la estructura. Sobre este ventanal, asomados en la planta segunda, posan dos albañiles. En la calle, algunos materiales y un par de carros.

En la segunda foto, con la fachada ya finalizada, se puede apreciar que si bien las balaustradas de la cubierta se han mantenido similares a las proyectadas, la de la planta retranqueada, que de hecho constituye el remate superior de la fachada, se ha modificado para integrarla de modo más armónico en ella. Son apreciables también algunos cambios significativos en la ubicación de los balcones y en la conformación de los huecos. Las hiladas de piedra artificial alternan ahora las lisas con las almohadilladas y se aprecian franjas y recuadros de azulejería. En el exterior, ahora lo que destaca es la presencia de una grúa que, manejada por dos operarios, está elevando algunos bloques de piedra artificial.

En definitiva, Cortázar, Salaverría y Hennebique dieron a la luz en San Sebastián, por vez primera en España, un edificio residencial en el que la arquitectura quedó liberada de las exigencias del muro de carga en la formalización de la fachada.

 

El edificio de San Bartolomé 27, hoy

El edificio original, no ha sufrido alteraciones significativas en su composición. Sin embargo, la sobreelevación de tres nuevas plantas y el abalanzamiento hasta el paño de fachada de la antigua última planta retranqueada ha transformado de modo muy negativo el aspecto exterior de la equilibrada y digna arquitectura de Cortázar. También la «quinta fachada» descontrolada con los añadidos y compuesta con metal y cristal acentúa el desorden. Desconozco cuales han sido las modificaciones internas habidas en el edficio a lo largo de estas décadas.

El vigente Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico y Construido (PEPPUC) de Donostia-San Sebastián cataloga el edificio en el grado D. La protección atiende al «tratamiento de la fachada, la configuración de huecos de la misma,…» y en el régimen específico incluye a los elementos permanentes de la fachada: los elementos moldeados de hormigón y la configuración unitaria de huecos en planta baja. Excluye los elementos no originales añadidos en la cuarta planta alta. Nada se dice de la valiosa estructura de hormigón armado, ni de Hennebique, ni de su historia como sede de la empresa de Salaverría.

 

Recientemente la empresa Kursaal Rehabilitaciones Integradas ha realizado una intervención tanto en las fachadas históricas como en los levantamientos posteriores. La empresa asegura que se han rehabilitado los hormigones de la piedra artificial y se han restituido los azulejos de la fachada desprendidos o deteriorados. Asimismo se han realizado copias en poliestireno extruido de algunas ménsulas desprendidas. Sin conocer más detalles del proyecto expreso mis dudas sobre el acierto o desacierto de la solución adoptada en el tratamiento final de la fachada con una tonalidad uniforme azul claro, de la que solo se escapan las franjas de azulejería y las carpinterías. Pero manifiesto mi preferencia por la solución más «natural» adoptada en otra gran arquitectura cercana en la que se utilizó la piedra artificial (aunque esta vez de la competencia: la Compañía de Sestao), la Alhóndiga de Bilbao.

 

DOSIER FOTOGRÁFICO

 

 

ARCHIVO: Entradas anteriores sobre François Hennebique, su patente de hormigón armado y sus obras:

Los inicios del hormigón armado. El peculiar estribo Hennebique

El puente sobre el Oria en Tolosa: un tesoro desconocido de Hennebique

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